
por gerardo figueroa g*
Estaciones de tren, de metro y quizás algunos paraderos de buses en el mundo exhiben ya paneles con fotos de diversos productos acompañados de códigos QR. Reconocidos por el smartphone o la tablet se registra el producto deseado, se carga a un carrito y se realiza el pago. Cuando él o ella llegan a casa, al medio día o al final de la jornada de trabajo, las compras del supermercado al que no fueron, están esperándolos en la entrada. Corea
Que bueno, ganaron un montón de tiempo
Me pregunto para qué. Por lo visto desde antes de la carreta hasta la fecha, el hombre ha concentrado su capacidad inventiva al desarrollo de cosas para ganar tiempo. Gran parte de las creaciones del hombre están diseñadas a reducir el tiempo que toman ciertos procesos, como si lo importante de ellos no fuese el producto final o el desafío al que nos enfrentan, sino el tiempo que nos toma hacerlos. Viajamos más rápido, cocinamos más rápido, nos comunicamos más rápido:Vivimos más rápido!!!!
Para una enorme mayoría hacer un guiso, un estofado, una taza de arroz o lo que fuese, ha perdido el encanto que alguna vez tubo elegir los ingredientes, pelarlos, cortarlos, aderezarlos o velar por su cocción con una buena charla o copa de vino. Hay millones de seres humanos que por hacerlo más rápido no saben lo que es esperar una carta por días y descubrirla asomando bajo el felpudo al entrar a casa. No tienen idea de lo que es saltar al sobre con el corazón saliéndose del pecho y lanzarse a su lectura con un secreto anhelo de que su contenido coincida con nuestros deseos. Estamos apurados, no tenemos tiempo, tanto que ya nadie espera al cartero y escribimos sin siquiera leer lo que escribimos, porque para no perder tiempo se ha inventado un corrector automático que se encarga de poner las vocales o consonantes correctas cuando en el apuro apretamos la tecla equivocada.
Ritos como el desayuno, el almuerzo y la conversa al final de la cena han desaparecido. Cómo no iban a desaparecer, si ya casi nadie cena. Pero hemos ganado tiempo. ¿Para qué?
¿Estás más con tus hijos, con tu esposa, tus amigos, el perro o con tus vecinos? ¿Tienes más tiempo para estar contigo? O el tiempo que has ganado se ha ido en más minutos frente al ordenador, la pantalla del televisor, la consola de juegos o llamadas telefónicas que no pueden esperar. ¿Tienes más tiempo para qué?
Desde hace un mes, una vez por semana tomo desayuno con un amigo. Preparo el jugo, muelo el café, caliento el agua, pongo a tostar el pan, saco la bondiola o el queso y me entrego al placer de hablar y escuchar sin apuros. Tengo todo el tiempo del mundo y disfruto de cada una de las partes del proceso. Desde cortar la papaya hasta escuchar y ser oído. Hoy mi amigo me hizo ver que somos libres de elegir cómo nos afectan las cosas y que, en esa libertad, podemos elegir convertir toda experiencia, por nefasta que sea, en algo positivo.
He elegido que el tiempo que he ganado será desde hoy utilizado para escuchar y escucharme más. Al fin de cuentas siempre he dicho que no hay comunicación si no tenemos la capacidad de escuchar a quien deseamos que nos escuche.
Que bueno, ganaron un montón de tiempo
Me pregunto para qué. Por lo visto desde antes de la carreta hasta la fecha, el hombre ha concentrado su capacidad inventiva al desarrollo de cosas para ganar tiempo. Gran parte de las creaciones del hombre están diseñadas a reducir el tiempo que toman ciertos procesos, como si lo importante de ellos no fuese el producto final o el desafío al que nos enfrentan, sino el tiempo que nos toma hacerlos. Viajamos más rápido, cocinamos más rápido, nos comunicamos más rápido:Vivimos más rápido!!!!
Para una enorme mayoría hacer un guiso, un estofado, una taza de arroz o lo que fuese, ha perdido el encanto que alguna vez tubo elegir los ingredientes, pelarlos, cortarlos, aderezarlos o velar por su cocción con una buena charla o copa de vino. Hay millones de seres humanos que por hacerlo más rápido no saben lo que es esperar una carta por días y descubrirla asomando bajo el felpudo al entrar a casa. No tienen idea de lo que es saltar al sobre con el corazón saliéndose del pecho y lanzarse a su lectura con un secreto anhelo de que su contenido coincida con nuestros deseos. Estamos apurados, no tenemos tiempo, tanto que ya nadie espera al cartero y escribimos sin siquiera leer lo que escribimos, porque para no perder tiempo se ha inventado un corrector automático que se encarga de poner las vocales o consonantes correctas cuando en el apuro apretamos la tecla equivocada.
Ritos como el desayuno, el almuerzo y la conversa al final de la cena han desaparecido. Cómo no iban a desaparecer, si ya casi nadie cena. Pero hemos ganado tiempo. ¿Para qué?
¿Estás más con tus hijos, con tu esposa, tus amigos, el perro o con tus vecinos? ¿Tienes más tiempo para estar contigo? O el tiempo que has ganado se ha ido en más minutos frente al ordenador, la pantalla del televisor, la consola de juegos o llamadas telefónicas que no pueden esperar. ¿Tienes más tiempo para qué?
Desde hace un mes, una vez por semana tomo desayuno con un amigo. Preparo el jugo, muelo el café, caliento el agua, pongo a tostar el pan, saco la bondiola o el queso y me entrego al placer de hablar y escuchar sin apuros. Tengo todo el tiempo del mundo y disfruto de cada una de las partes del proceso. Desde cortar la papaya hasta escuchar y ser oído. Hoy mi amigo me hizo ver que somos libres de elegir cómo nos afectan las cosas y que, en esa libertad, podemos elegir convertir toda experiencia, por nefasta que sea, en algo positivo.
He elegido que el tiempo que he ganado será desde hoy utilizado para escuchar y escucharme más. Al fin de cuentas siempre he dicho que no hay comunicación si no tenemos la capacidad de escuchar a quien deseamos que nos escuche.
*gfg fundador de figueroa & asociados. está en el negocio de las comunicaciones corporativas desde 1983. puede escribirle a gfigueroa@fbc.com.pe. Ha sido supervisor creativo de JWT Peruana / Director creativo de JWT y Ogilvy en Ecuador / Consultor internacional del Johns Hopkins Center for Communication para programas de salud reproductiva en Ecuador, Perú, Bolivia y Nicaragua. Catedrático de comunicación y medios en la escuela de Post Grado de la Universidad San Ignacio de Loyola. Expositor invitado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Universidad de Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad de Piura, Universidad San Martin de Porres e IPAE. Colabora con América Economía desde octubre del 2011.
me encanto. como siempre genial!!!!
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